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Torrestío ha sabido conservar la riqueza de su arquitectura tradicional.
Conserva once hórreos con cubierta de teja o pizarra, dos lavaderos de
mampostería de piedra, un molino recientemente restaurado y un potro
para herrar caballos y vacas.
En la parte alta del pueblo, se encuentra la cascada de la Foz, un salto de
agua procedente de los mismos motes donde pastas las merinas.
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